Lejos de los ojos, cerca del corazón: El vínculo social en la época del coronavirus
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Inicialmente, los países afectados por el coronavirus estaban lejos de actuar de la misma manera. Pero la progresión de la enfermedad ha sido dramática. Hoy en día, está obligando a los líderes a escuchar finalmente a los expertos en el mundo de la salud.
Para frenar la pandemia y permitir que los sistemas de atención de la salud hagan frente a la afluencia de pacientes, el método preferido es limitar drásticamente el contacto interpersonal e imponer la contención. Las revistas especializadas y los medios de comunicación hablan de «distanciamiento social». Todo indica que el hecho de no estar cerca de los demás, de evitar los apretones de manos, de evitar los abrazos y, en general, de abstenerse de toda manifestación física de afecto contribuye a frenar la propagación de la enfermedad y, por consiguiente, a atender mejor a las personas que se enfrentan a síntomas graves que requieren cuidados intensivos.
Es consolidando el vínculo social, cultivando los impulsos de solidaridad, honrando la convivencia entre la población, que podremos enfrentar este virus. Este argumento se apoya en largos años de investigación en psicología social.
La ansiedad y la búsqueda de contactos sociales está supremamente relacionada, ya que el ser humano necesita sentirse amado y esto se logra a través de muestras de afectos, como lo explico la especialista emocional Stanley Schachter.
En un estudio de los años 50, Stanley Schachter se preguntó cómo reacciona la gente ante la adversidad y, en particular, si será gregaria. Hizo creer a algunos de los participantes en su experimento que experimentarían un sufrimiento físico «difícil de tolerar incluso si no hay secuelas físicas» antes de darles la opción de esperar a que el experimento comenzara, ya sea solos o en grupo.